Las autoridades fiscales quieren determinar tu residencia fiscal y el domicilio fiscal para poderte cobrar los impuestos. Dado que no existe un «residenciometro», muchos factores deben interpretarse según el caso. Por esto, si tienes o quieres obtener la residencia fiscal en el extranjero, es indispensable la ayuda de un experto para poder entender cómo actuar y no cometer errores.
Es importante no confundir la residencia fiscal residencia fiscal y el domicilio fiscal. Por ejemplo, un extranjero que vive en el país X generalmente tiene residencia fiscal en ese país, mientras que un ciudadano de ese país que se traslada al extranjero puede perder su residencia fiscal bajo ciertas condiciones.
La residencia fiscal también se diferencia del domicilio fiscal. La residencia fiscal identifica el Estado en el que una persona debe cumplir con sus obligaciones fiscales, mientras que el domicilio fiscal se refiere al lugar para las notificaciones de actos tributarios. Para los residentes, el domicilio fiscal suele coincidir con el municipio de su residencia anagráfica, pero puede variar según el lugar principal de actividad. Para los no residentes, corresponde al lugar donde generan el mayor ingreso. En el caso de traslado a países con regímenes fiscales privilegiados, el domicilio fiscal permanece en el último municipio de residencia en el país X. Los cambios en el domicilio fiscal, en general, toman efecto 60 días después de su ocurrencia.
Un aspecto práctico es la necesidad de completar la declaración de renta en el país X para los residentes fiscales que tienen activos en el extranjero. Por ejemplo:
Un ciudadano del país Y, residente en el país X y registrado en el registro civil de un municipio de este país, debe completar esta sección para declarar una propiedad en el país Y.
Un ciudadano del país X, residente en el país Y e inscrito en el registro civil de los residentes al exterior, y que no tiene residencia fiscal en el país X, no está obligado a completar esta sección para bienes en el país Y o en otros países.
La residencia fiscal no se determina solo por la ciudadanía o la presencia física en un país. Factores como el lugar donde una persona tiene la mayoría de sus intereses económicos y personales, o el lugar donde ha establecido su domicilio fiscal, son decisivos para establecer dónde debe pagar impuestos sobre sus ingresos globales.
La distinción entre residencia fiscal y domicilio fiscal es especialmente relevante en contextos de movilidad internacional. Un ciudadano del país X que trabaja temporalmente en el extranjero, pero mantiene vínculos fuertes y continuos con el país X, podría seguir siendo considerado residente fiscal en el país X, ilustrando la complejidad del concepto de residencia fiscal.
En el ámbito internacional, los modelos de convenios como los de la OCDE establecen criterios para determinar la residencia fiscal en casos de doble residencia. Una persona con residencias permanentes en dos estados será considerada residente del estado con el cual tiene relaciones personales y económicas más cercanas.
Futuras modificaciones podrían alterar los criterios para determinar la residencia fiscal en el país X, transformando la inscripción en el registro civil en una presunción legal relativa, en lugar de una prueba absoluta de residencia. Estos cambios buscarían identificar el domicilio como el principal lugar de relaciones personales y familiares del individuo, considerando también el tiempo pasado en el territorio.