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El plan de control, previsto para 2030, nos obligará a vivir como insolventes. Quieren que ya nadie sea propietario de una casa, un coche e incluso electrodomésticos: todo será de alquiler o una fórmula similar.
El rapero Fedez, durante una investigación llevada a cabo por la policía de Milán (Italia) por una acusación de difamación contra la asociación de consumidores Codacons, afirmó que sus «bienes muebles e inmuebles registrados» son propiedad de sus empresas, declarándose de facto «insolvente».
Esta declaración provocó muchas reacciones, convirtiéndose rápidamente en objeto de polémica y memes en las redes sociales.
Te aconsejo que leas el artículo completo y no te saltes al apartado de cómo vivir como insolvente, sino como rico, para que entiendas por qué, cómo y cuándo dar los pasos necesarios.
Tabla de Contenido
La economía colaborativa
La economía colaborativa es un modelo económico que hace hincapié en el acceso compartido a bienes y servicios en lugar de en la propiedad individual.
La popularidad de este modelo económico ha crecido con el auge de las plataformas digitales que facilitan el uso compartido de coches, casas y otros bienes. Este enfoque no sólo ofrece ventajas prácticas, como la reducción de costes y el aumento de la eficiencia, sino que también se considera una forma de reducir el impacto medioambiental, promover un uso más sostenible de los recursos y fomentar una mayor equidad económica.
La economía colaborativa cuenta con el apoyo de figuras como Rachel Botsman, Yochai Benkler, Jeremy Rifkin y Juliet Schor. Rifkin es conocido por su trabajo sobre la «Tercera Revolución Industrial», en el que predice una economía basada en las energías renovables y en compartir los bienes, mientras que Schor explora las implicaciones de este modelo económico sobre el trabajo y el consumo. Estos autores y muchos otros ven la economía colaborativa no sólo como un cambio económico, sino también como un catalizador para el cambio social y medioambiental, proponiendo que el acceso compartido a los bienes puede conducir a una sociedad más equitativa y sostenible.
Entre los magnates que han adoptado y promovido aspectos de la economía colaborativa se encuentran Elon Musk y Richard Branson. Musk, a través de iniciativas como Tesla y SolarCity, ha defendido la idea de compartir recursos tecnológicos e infraestructurales, especialmente en el contexto de la movilidad eléctrica y las energías renovables.
Branson, con Virgin Group, ha explorado varios modelos de negocio que incluyen aspectos de uso compartido y cooperación, extendiendo la idea de la economía colaborativa a sectores como los viajes y la hostelería.
Ambos ven el compartir no sólo como una oportunidad de negocio, sino también como una forma de abordar algunos de los retos medioambientales y sociales de nuestro tiempo.
¿Por qué vivir como un insolvente?
Legalmente, el término «nulo de derecho» se refiere a una persona que no tiene ingresos propios ni bienes personales. Esta condición implica la ausencia de un trabajo regular y de bienes económicos o inmobiliarios personales. Esta condición es significativa, ya que impide al Estado ejecutar medidas como la confiscación de bienes o el embargo, ya que serían acciones infructuosas.
El uso de este término por una figura pública y económicamente acomodada como el rapero Fedez puede parecer contradictorio: ¿es posible vivir como un insolvente con un estilo de vida lujoso? Sorprendentemente, la respuesta es sí.
Pero, ¿por qué vivir como un insolvente si he ganado el dinero para gastarlo? Sencillo, porque vivir como un insolvente no significa vivir en la pobreza, sólo no tener nada que perder, al menos en apariencia. Por supuesto, esto implica sacrificios, por un bien mayor: proteger tu patrimonio y el fruto de tu trabajo.
Esta debería ser tu filosofía de vida desde el principio de tu vida laboral. Ocultar su patrimonio y su dinero a posteriori casi siempre deja huellas y tiene un coste más elevado. Así que consúltenos ahora y prepárese: ¡en cuanto empiece a ganar dinero, le atacarán!
Un viejo proverbio napolitano dice: ‘tre songo ‘e potenti: ‘o papa, ‘o re e chi nun tene niente’, es decir, tres son los poderosos: el papa, el rey y los que no tienen nada. El rey y el Papa han sido sustituidos por los grandes poderes económicos que controlan el mundo. Los que no tienen nada siguen siendo poderosos hoy en día.
¿Qué significa no tener nada?
El término «insolvente» se refiere a una persona que no tiene propiedades, especialmente en el ámbito fiscal, indicando a quien no se grava con impuestos la tierra o la propiedad. En un sentido más amplio, describe a quien se encuentra en estado de necesidad, sin medios o en la pobreza.
Insolvente, cuando se refiere a impuestos y deudas, se refiere a una persona contra la que los acreedores no pueden actuar eficazmente para recuperar las sumas debidas. Este estatus implica que no existen consecuencias punitivas adicionales más allá de las acciones ejecutivas en caso de impago de las deudas.
Sin embargo, ser insolvente no significa necesariamente carecer por completo de recursos. Por ley (que obviamente varía de un país a otro), algunos bienes no pueden ser objeto de embargo, otros sí.
La situación es peor para quienes tienen deudas con Hacienda, ya que las normas sobre embargo son más estrictas que las aplicables a las deudas con particulares.
Cuando una persona incumple sus obligaciones financieras y no efectúa a tiempo los pagos acordados, puede enfrentarse a medidas legales por parte del acreedor. Estas pueden incluir inicialmente recordatorios amistosos, seguidos de acciones judiciales como requerimientos y órdenes de comparecencia, destinadas a obligar al deudor a saldar la deuda para evitar consecuencias negativas.
El acreedor también puede embargar los bienes del deudor moroso, como terrenos, casas u otros bienes inmuebles, y proceder a su venta en subasta para recuperar el dinero adeudado. Otra posibilidad es embargar salarios, pensiones o cuentas corrientes y, en ciertos casos, incluso pólizas de seguros.
Sin embargo, la situación se complica cuando se trata de una persona definida como «nulatenente». Un insolvente, en terminología común y no técnica, es una persona que carece de bienes embargables y no percibe ingresos.
El insolvente no tiene nada que perder
Si un deudor es insolvente, resulta prácticamente imposible para los acreedores recuperar sumas mediante embargo.
En estos casos, el acreedor tiene pocas opciones y sólo puede esperar que la situación patrimonial del deudor cambie en el futuro, permitiendo así futuras acciones de cobro. Es importante señalar que la posibilidad de emprender acciones para recuperar la deuda expira, pero este plazo puede interrumpirse mediante el envío de un nuevo aviso de impago.
Así pues, una deuda contraída por un particular no prescribe necesariamente si el acreedor interviene periódicamente para mantener activo el crédito, impidiendo así que prescriba.
Además, la deuda puede persistir incluso después del fallecimiento del deudor moroso, ya que las obligaciones financieras pueden transferirse a los herederos que hayan aceptado la herencia, ya sea expresa o tácitamente.
En esta situación, el acreedor puede proceder al embargo de los bienes de los herederos sin necesidad de iniciar un nuevo procedimiento judicial. Por lo tanto, aunque el deudor original careciera de bienes, no puede suponerse lo mismo de sus parientes.
Además, el acreedor tiene la posibilidad de interponer una acción revocatoria, cuyo objetivo es invalidar las ventas o donaciones realizadas por el deudor para eludir el cobro forzoso de la deuda. Esta acción puede interponerse en un plazo de cinco años a partir del acto impugnado y requiere que se demuestre la mala fe en la ejecución de la operación.
Los acreedores pueden intentar desenmascarar al insolvente
Cuando se trata de situaciones en las que un acreedor se enfrenta a un deudor aparentemente sin bienes (un «insolvente»), hay varias estrategias que las agencias de investigación recomiendan para intentar recuperar la deuda.
Es importante tener en cuenta que las personas denominadas «insolventes» pueden haber realizado maniobras para ocultar su patrimonio, especialmente si han optado por la estrategia del » insolvente» después de contraer deudas.
En estos casos, las agencias de detectives rastrean posibles desposesiones o transferencias de bienes o activos ocultos.
He aquí algunas estrategias recomendadas por las agencias de detectives para hacer frente a situaciones de deudores sin bienes:
Acción revocatoria: es aconsejable consultar con el Registrador de la Propiedad o con la Agencia Tributaria el histórico hipotecario. Esto permitirá reconstruir los cambios de titularidad del deudor y detectar posibles bienes donados.
Régimen económico matrimonial: compruebe si el deudor está casado en régimen de gananciales, que permite el embargo de bienes compartidos al 50%. En caso de separación aparente, se puede suponer una simulación e impugnarla.
Bienes en el extranjero: compruebe a través de la declaración de la renta si el deudor posee bienes o cuentas en bancos extranjeros.
Bienes alquilados: si el deudor vive en un piso alquilado, puede llevarse a cabo un embargo mobiliario de los objetos y mobiliario que allí se encuentren, partiendo de la base de que son de su propiedad.
Renuncia a la herencia: compruebe si el deudor ha renunciado a la herencia para eludir el embargo. La ley permite impugnar la renuncia si el motivo es sospechoso.
Otras comprobaciones: asegúrese de que existen cuentas corrientes, coches, pólizas de seguros o fuentes de ingresos como el trabajo por cuenta ajena o las pensiones, que puedan ser embargados.
Cómo vivir como un insolvente, pero cómodamente
Si te has convencido de vivir como un insolvente para proteger tu patrimonio de posibles acreedores, incluida una Hacienda ávida de dinero, o de las quejas de tus familiares, debes hacerlo a tiempo y procurar no dejar rastro. De lo contrario, todo será en vano.
Si no proteges tus bienes mientras los constituyes, hacer un plan de desposesiones o traspasos de propiedades o bienes ocultos puede salirte caro.
Lo primero que debes hacer es transferir tu patrimonio personal a una fundación. Esto ofrece más ventajas que una sociedad con restricciones legales. En cualquier caso, para eliminar rastros es importante hacer un uso inteligente de los bienes y fondos de la fundación. El bufete de abogados Caporaso & Partners puede ayudarte en cada paso del camino.
Las fundaciones de interés privado en Panamá son un medio eficaz para proteger y gestionar los activos de forma confidencial y segura. A través de estas estructuras, los activos están técnicamente separados de los del fundador o beneficiario, operando como una entidad independiente. Esto es crucial para garantizar que los activos no estén sujetos a riesgos personales o legales que puedan afectar al propio fundador o beneficiario.
De este modo, la fundación actúa como custodio legal de los activos colocados, gestionándolos y disponiendo de ellos según las directrices establecidas en el reglamento de la fundación, sin que aparezcan en los registros públicos. Este anonimato se ve reforzado por el hecho de que el patronato de la fundación puede actuar en nombre de los beneficiarios, que pueden vivir como un insolvente porque permanecen en el anonimato.
Las fundaciones de interés privado en Panamá están estructuradas para garantizar una protección eficaz de los activos. De este modo, los activos incluidos no suelen estar expuestos a riesgos como el embargo o la incautación por deudas u otras responsabilidades personales del fundador o los beneficiarios. Esta seguridad es una de las ventajas más significativas de las fundaciones.
¿Cómo se administra una fundación en Panamá?
La administración de una fundación privada en Panamá requiere la conformación de un patronato fundacional, que generalmente es proporcionado por la firma de abogados. Esta configuración permite un alto grado de privacidad para el beneficiario, que puede vivir sin percibir ingresos. La fundación conserva flexibilidad en la administración de los activos y la planificación del patrimonio, incluida la facultad de excluir a determinados herederos o especificar beneficiarios no tradicionales, como legados a personas no familiares o amigos.
Las implicaciones fiscales de las fundaciones de interés privado panameñas son significativas, ya que permiten evitar o minimizar los impuestos, siempre que dichos ingresos se obtengan fuera del territorio panameño. Las ventajas fiscales, combinadas con los costes relativamente bajos de constitución (2500 EUR) y mantenimiento de la fundación (1050 EUR/año), hacen que este instrumento resulte especialmente atractivo para quienes buscan proteger su patrimonio en un contexto internacional.
Las Fundaciones de Interés Privado ofrecen una sólida barrera de protección patrimonial y una gran flexibilidad en la gestión de activos, al tiempo que mantienen un estricto control sobre la privacidad y seguridad de los datos personales y financieros de los beneficiarios.
Utilizar una Fundación de Interés Privado en Panamá para adquirir activos en el extranjero o para abrir cuentas bancarias internacionales es una opción ampliamente practicada. Estas fundaciones se utilizan con frecuencia para gestionar activos, organizar planes de sucesión y proteger activos financieros.
Con el fin de garantizar el anonimato de los beneficiarios, las fundaciones pueden actuar mediante poderes otorgados a abogados o contables que actúen localmente. Estos poderes se limitan generalmente a operaciones de compra específicas, evitando las operaciones de venta, con el fin de mantener un control estricto de los activos.
Según la normativa vigente en Panamá, si se divulga información sobre las operaciones realizadas por una Fundación de Interés Privado, los responsables están sujetos a consecuencias legales, incluyendo sanciones civiles y penales.
Pero si no tengo bienes, ¿a quién pertenecen mis activos?
En una Fundación de Interés Privado en Panamá, el concepto de propiedad de los bienes se aparta del concepto tradicional vinculado a las personas físicas o sociedades. Dentro de esta estructura, los bienes transferidos a la fundación pasan a ser propiedad de la propia fundación, que se considera una persona jurídica de pleno derecho.
Esto implica que, aunque el fundador transfiera los activos, estos no siguen siendo de su propiedad ni de la de los beneficiarios o miembros del patronato de la fundación.
Los beneficiarios tienen un derecho condicional sobre los activos, basado en las disposiciones de la escritura fundacional, pero no se convierten en propietarios hasta que se distribuyen de acuerdo con las normas de la fundación. Por lo tanto, es la propia fundación la que posee legalmente los activos, actuando en interés de los beneficiarios designados por el fundador.
Aunque el fundador puede ser uno de los beneficiarios, no es una condición necesaria; a menudo se recurre a un fundador designado, normalmente una persona jurídica, para proteger la identidad de los verdaderos beneficiarios.
Esta configuración ofrece flexibilidad y es una de las razones por las que este tipo de fundaciones son populares para la planificación patrimonial y la protección de activos. El fundador tiene libertad para designar beneficiarios a través de la escritura de la fundación, que pueden incluirse a sí mismo, familiares, amigos o entidades benéficas.
Además, el fundador, el Protector (si se nombra) y los miembros del Patronato de la Fundación están sujetos a estrictas salvaguardias que les impiden apropiarse de los activos de la fundación a menos que sean designados explícitamente como beneficiarios.
En el contexto de las transacciones bancarias y de inversión, la identificación del beneficiario efectivo (UBO) es crucial para los bancos por razones de cumplimiento y transparencia financiera.
Este equilibrio entre el control directo y la gestión delegada garantiza que la gestión de los activos se ajuste a los deseos del beneficiario efectivo, respetando los procedimientos de seguridad y la normativa.
¿Quieres vivir como un insolvente? Consúltenos.