Pon en marcha tu Cripto Exchange con licencia en Bulgaria
07/10/2023Cómo funciona la Custodia de las acciones al portador en Panamá
25/10/2023En el mundo financiero, hay dos conceptos que a menudo causan confusión: residencia fiscal vs. residencia bancaria
Residencia fiscal vs. Residencia bancaria: aunque puedan parecer similares, tienen funciones y significados distintos, que merecen una comprensión profunda, por lo que hay que distinguirlos.
La residencia fiscal se refiere al derecho fiscal e indica el país en el que una persona está obligada a pagar impuestos. Suele basarse en el principio de que si una persona vive en un país al menos 183 días al año, ese país se convierte en su lugar de residencia fiscal. Esto significa que la persona estará obligada a declarar sus ingresos y, en consecuencia, a pagar impuestos en ese país. Vale la pena señalar que no importa si su negocio está en Europa o en un país no europeo: si tiene propiedades o activos que generan ingresos, tendrá que declarar esos ingresos.
Pero, ¿qué ocurre si una persona posee propiedades o activos en más de un país? Bueno, puede haber situaciones en las que tenga residencia fiscal en más de un país. Sin embargo, no suele ser ventajoso tener la residencia fiscal en países con una fiscalidad elevada. Por ejemplo, si una persona tiene una propiedad en Italia que genera ingresos, tendrá que declarar esos ingresos en Italia, independientemente de su residencia fiscal en otro país.
La residencia bancaria, por su parte, se refiere a las operaciones bancarias. Al abrir una cuenta en un banco u otra entidad financiera, es posible que le pregunten dónde tiene su residencia fiscal. Puede responder que es residente en un país, como Panamá, pero a menos que haya vivido realmente allí los 183 días mencionados, no obtendrá el certificado de residencia fiscal que exigen algunos bancos.
Residencia fiscal vs. Residencia bancaria
¿Cuál es la verdadera diferencia? Mientras que la residencia fiscal es estrictamente una cuestión de dónde paga impuestos, la residencia bancaria es más una cuestión de dónde tiene su domicilio y ha establecido relaciones bancarias. Por ejemplo, puede tener una residencia bancaria en Panamá (basada en su residencia oficial allí) y utilizarla para abrir cuentas bancarias, aunque no cumpla los requisitos de la residencia fiscal.
Una ventaja significativa de la residencia bancaria es que puede proporcionar cierta confidencialidad. Si abre una cuenta bancaria en Panamá y declara que es residente fiscal allí, es posible que el banco no comparta su información con otros países. Sin embargo, esto puede variar en función de los acuerdos intergubernamentales entre países y de las políticas bancarias.
En resumen, aunque ambos conceptos se refieren a la «residencia», uno se centra en los impuestos y el otro en las relaciones bancarias.
A medida que el mundo se globaliza cada vez más, es crucial entender las distinciones entre estos dos conceptos y planificar su negocio en consecuencia, especialmente si tiene la intención de vivir, trabajar o invertir en diferentes países.
En el contexto actual de globalización económica e interconexión digital, comprender la diferencia entre residencia fiscal y bancaria es aún más crucial. ¿Por qué? Porque lo que antes estaba reservado a empresarios, inversores internacionales y grandes fortunas, ahora concierne cada vez más a la gente corriente que trabaja a distancia, a los autónomos digitales o a cualquiera que desee diversificar sus activos más allá de las fronteras.
La creciente popularidad del trabajo a distancia y la digitalización de las profesiones han hecho más fácil que nunca vivir en un país y trabajar para una empresa en otro. Este escenario puede tener implicaciones fiscales y bancarias.
Imagine que vive en España, por ejemplo, y trabaja para una empresa estadounidense.
Pagar o no pagar impuestos y dónde guardar su dinero
¿Dónde pagará sus impuestos? ¿Dónde guardará su cuenta principal? Estos son sólo algunos de los dilemas que pueden surgir y que subrayan la importancia de comprender la diferencia entre ambos conceptos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la creciente tendencia a la diversificación de las inversiones. Mientras que antes los inversores tendían a invertir en su propio país, hoy buscan oportunidades en todo el mundo. Alguien puede invertir en inmuebles en Portugal, acciones en Hong Kong y bonos en Australia. Esta diversificación geográfica plantea nuevos retos en términos de residencia fiscal y bancaria. ¿Dónde es mejor abrir una cuenta bancaria? ¿En qué país hay que declarar unos determinados ingresos?
Y luego está la cuestión de la protección de los activos. En un mundo en el que la información puede cruzar fácilmente las fronteras, la confidencialidad y la protección del patrimonio son cada vez más importantes. Aquí es donde la residencia bancaria puede entrar en juego, ofreciendo una capa adicional de privacidad, dependiendo de la jurisdicción.
Pero, como siempre, además de investigar por su cuenta, debe consultar a expertos en la materia, ya que las leyes y normativas cambian y lo que hoy es válido puede no serlo mañana.
Una breve consulta telefónica sobre su caso particular puede ayudarle a evitar cometer errores.